jueves, 21 de julio de 2011

Educación, esa palabra...

Hasta hace un tiempito, en realidad 24 horas, pensaba que esto de la toma de colegios por tiempos prolongados y la inacción de las fuerzas de orden en este tema, era propio solo de Argentina en los países de la región. Bueno, viajar, irte del barrio por unos días, te hacen menos ignorante respecto a varios temas, y de casualidad ayer me di cuenta que en Chile también sucede.
Estaba leyendo en el despacho de mi hermano y decidí irme a caminar y de paso comprar un cepillo de dientes. Me había olvidado el mío en Buenos Aires, y mi hermano me había dado uno que era un poco más que una cagada, que si lo exigía un poco, era capaz de partirse e irse con pasta dental y todo, por la laringe. Salí del edificio, me dirigí hacia el puente que cruza el Mapocho, y recorrí Providencia buscando un supermercado. En el camino me topé con una lata colgando de una terraza y dos muchachos que la sostenían que con voz vaga pedían “una moneda para la educación”.  Encontré a un hombre en la puerta, mayor de edad, y le pregunte que sucedía, me respondió que el colegio estaba en toma, y respondiendo a mis preguntas, me dijo que el motivo era que los estudiantes reclamaban universidad gratuita y que se endeudaban hasta las patas una vez egresados porque los sueldos no se correspondían con las cuotas de sus préstamos por  la universidad. Perplejo, les pregunte si la policía los reprimía, me dijo tranquilamente que no.
Lo deje rápido al señor y seguí mi marcha, además tenía hambre y antojo de algo, no es lo mejor hacer ayunas con el estómago vacío.  Fui al super, compre mis cositas, y dos tubos de Lays por la promoción de cada tubo a un dólar. Pase nuevamente por el colegio, y encaré a los pibes, y les pregunte si permitían que se den clases, me dijeron que no, y me invitaron a colaborar con algún cobre que llevase encima. Les dije con un tubo de Lays abierto y encogiéndome de hombros: “soy argentino che, no tengo guita, vine justo”. Me perdonaron…
En Buenos Aires, las formas parecen ser muy similares, pero el fondo es distinto. En Argentina, la universidad estatal es gratuita, pero los estudiantes se enojan y visten igual que los chiquillos revoltosos de Chile. Reclaman que se elija otro rector, por ejemplo.
Más tarde, ya en la casa vería un documental de la televisión chilena, que mostraba lo que sucedía como un hecho sin precedentes. Se ponía del lado de los estudiantes, y mostraba lo que era una movilización estudiantil con sus protestas pacíficas, artísticas y los desmanes provocados por los encapuchados de siempre.  A la protesta se suman todos, desde los estudiantes hasta los pungas de calle, desde los intelectuales hasta los que no pueden formar una oración con dos palabras.
Sumada a este debate, aparecía en el documental, la presidente de la federación de estudiantes de la Universidad de Chile, la comunista, Camila Vallejo.  Con sus ojos verdes, su nariz y su pelo castaño revuelto, y su tenacidad en la protesta, volvió absurda toda la discusión. Ya está, el comunismo dio con la tecla, era todo muy simple, ya nos puede engañar tranquilos. Nos hizo a todos ponernos de acuerdo y acompañarla en lo que fuese, dejar nuestras tareas diarias, agarrar las armas y bajar de nuestra Sierra Maestra, bajo cualquier causa que ella abrace. Y si, cuando se es joven, te mueven los ideales, pero también otras cosas, que no son el dinero, y no por eso, menos peligrosas.Al dia siguiente, caminaría e ingresaría en la Universidad de Chile (universidad que se encuentra tomada desde hace mes y medio), previa identificación como universitario argentino curioso por conocer ese fenónomo estudiantil. Me topé con un estudiante de ingeniería civil industrial (industrial para los argentinos) que me fue mostrando el edificio y comentándome el petitorio que hacian al Estado. La mayor medida era la universidad gratuita, aunque según el era demasiado pedir, casi una utopía. Era un pibe de clase media acomodada, como casi todos los que estaban dentro del edificio en la toma. Es una rebelión jovén, una generación hastiada, cansada de la desvalorización de la cultura. Según él, la gente que no tiene recursos suficientes, y digo suficientes y no pobre, no puede acceder a un primario de buen nivel, por ende, luego no puede acceder a un secundario con nivel suficiente para luego poder hacer el ingreso a una universidad de calidad. Las universidades de mayor calidad y prestigio del país son costosas pero lo son aún más las que se encuentran en varios peldaños más abajo en lo que respecta a nivel educativo. Entonces, el "pobre" imposibilitado de poder aprobar un ingreso de una buena universidad, tiene que buscar refugio, en las otras que no están a la altura de la circustancias. Y así, como si se tratase de una bola de nieve, los que no se encuentran en una situación económica favorable, están condenados, no tienen la posibilidad de poder pertenecer a una elite universitaria, y además condenados a pagar una universidad que los endeuda y un mercado que no recompensa. Evidentemente, la causa es profunda, y el móvil de los jóvenes algo filantrópico... Se trata de cambiar una situación en el país que es de crecimiento en unas áreas y de estancamiento o agotamiento en otras.
Yo estoy en contra del sistema de universidad gratuita, básicamente porque crea ciertos vicios: nadie la valora, se pierde orden y además no siempre se imparten carreras que necesite el mercado y casi siempre esas carreras son las más concurridas. Pero también estoy en contra, de que el Estado lucre con las universidades, es decir, yo creo que se debería pagar una cuota por alumno de tal forma que alcance para cubrir los costos operacionales. Sumado a esto, las exigencias de ingreso para cada carrera deberán ser inversamente proporcionales a la necesidad de la sociedad por egresados de dichas carreras. Seguramente pensarán: “ah claro, Gonzalo dice que egresen ingenieros como si fuese una máquina de hacer chorizos”. No, definitivamente no, lo que digo es que el ingreso debe ser complicado, pero para otras mucho más, y teniendo en cuenta cupos limitados. Expuesto todo esto, creo que son claras y grandes, las diferencias de las protestas estudiantiles que suceden ahora en Chile con las que suceden en Buenos Aires.