jueves, 24 de marzo de 2011

La extorsión sentimental

He notado que últimamente reina en nuestro país una especie de comportamiento, al menos externo, políticamente correcto en cada ciudadano. Parece que en relación con algunas áreas estamos obligados a actuar y sentir de alguna forma porque de la otra forma no se debe.  Voy a enumerar las conductas que colectivamente nos inculcan tácitamente (y a veces no tanto), y que me acuerdo:
Estamos obligados a sentir admiración y cariño por cualquier inmigrante que llega a nuestro país.
Estamos obligados a sentir rechazo por la iglesia.
Estamos obligados a hablar del dinero como algo sucio.
Estamos obligados a pensar que los pobres son todos buenos y honestos.
Estamos obligados a pensar que los que trabajan en la educación o en la salud son la gente más digna.
Estamos obligados a pensar que las fuerzas de seguridad son gente primitiva, una especie de rasgo de precariedad como civilización que inclusive tenemos el deber de esconder.
Estamos obligados a no usar la palabra “negro”, “judio”, “ciego”, “sordo” “discapacitado”, “chino”.
Estamos obligados a pensar que los libros de autoayuda son paganismo literario.
Estamos obligados a pensar que Palermo es el paladín de la justicia, la bondad encarnada en jugador de futbol.
Estamos obligados a tener que conocer el interior, la “verdadera Argentina”.
Estamos obligados a pensar que el 24 de marzo, es la fecha que conmemora la peor época de nuestras vidas, inclusive si estabas saltando de huevo en huevo.
Estamos obligados a querer a nuestros hijos o hermanos  por igual.
Estamos obligados a no decir que simpatizamos con la derecha.
Estamos obligados a muchas otras cosas.
Sobre cada ítem que nombré, es absolutamente válido que cada uno sienta o piense que esté obligado a sentir o actuar de tal forma. En lo personal, en algunos puntos que enumeré me sale natural sentirme obligado y en otros no. Lo que critico es que se quiera inculcar un sentir. En el momento en que sucede eso, nos volvemos seres artificiales, hechos a medida del mandato de otro u otros. Tenemos que intentar dejar de idealizar las cosas y a humanizar a todos los individuos, empezar a entender que pobres, ricos, negros, blancos, rubios o morochos, cultos e ignorantes, todos vamos al baño, comemos, nos agarran antojos, nos cansamos, tenemos deseos, aspiraciones, metas, nos enamorados, odiamos, nos fastidiamos,  etc.
Si esta bien o mal, es relativo. ¿Por qué no aplicamos reglas un poco más generales a fin de limitar este nivel de incisos que regulan la vida diaria? Respetar al otro, ser feliz, no joder al otro. Yo creo que si todos intentásemos ser felices sin joder al otro, podrían desarrollarse todos los demás valores armónicamente.
Para terminar y como anécdota personal. Estoy engripado desde hace casi una semana, y ayer me quedé sin medicamento. Contaba con que mi madre al llegar del consultorio a la noche, iba a traerme más blisters de Amoxidal Duo. No sucedió así, tuve que ir a comprar hace un rato con mucho frío. Debe ser que quiere mas a mi hermano menor,  o que no pago la consulta en su consultorio. Y luego nos hablan de la dignidad y nobleza de los médicos… A mi no me vengan con cuentos chinos.

jueves, 17 de marzo de 2011

The Times They Are a Changin...

Que placer tan grande y tan mundano que es un licuado de bananas, tomándolo en Buenos Aires a la noche, en el hogar tranquilo luego de una jornada agotadora, en la paz que reina a estas altas horas, y hablando conmigo mismo…
Volviendo al tema original de hoy y alejándome de los placeres culinarios, hoy quiero hablar de la nostalgia. La nostalgia… tenemos un largo historial los argentinos con eso, desde las letras de la música rioplatense, el folclore del interior, nuestras películas que tanto nos enorgullecen dirigidas por Campanella, los clubes del Torino, del Ford Falcon, del Fiat 600 y del Siam di Tella… Los partidos tradicionales y los progres con barba y pipa que hablan de su “juventud”. Nos encanta la ropa vintage, la ropa setentona, somos mas fanáticos de los Stones y de los Beatles que los mismos británicos o norteamericanos (en proporción). Buenos Aires es el calor con humedad en verano que invita a salir a caminar por las calles solo a reencontrarse con el viejo barrio, las esquinas con sus historias de secundario y viejos amores; Buenos Aires es una tarde de lluvia, bajándose de un taxi color Clemente, yendo a una confitería a compartir café, la mirada áspera, vieja y desgastada del gallego que trabaja detrás de esa barra desde hace cuarenta años, las gastadas de un tachero hincha de River, las miradas desconfiadas de una pareja de trampa, la ñata contra el vidrio… Todo eso es Buenos Aires. Esta ciudad respira y transpira nostalgia.
¿Pero qué es la nostalgia? La nostalgia es la herida que no cierra y sangra luego del cambio. La nostalgia es el capricho de no entender el curso natural de las cosas. Es el espasmo que sufrimos luego de la violencia que produce un movimiento que impide el reposo cotidiano de las cosas. Y la vida se la pasa moviendo las cosas cotidianas, pero todo se mueve, no te das cuenta como cuando estas arriba de un tren adentro y crees que no te estas moviendo, pero si, todo depende de cómo lo veas, es relativo, eso si, al cabo de un tiempo estarás en otra estación y esta en vos darte cuenta o que te den cuenta de ello a la fuerza, o quizás ese tren choque, esas son las situaciones difíciles, la muerte, la desesperación, la vergüenza, etc. El cambio es a la larga o la corta, crecer. Porque aunque equivoquemos el camino, aprendemos del fracaso y eso nos conduce a su vez a otro cambio. A veces el cambio también es producto del esfuerzo, de la constancia, y son las situaciones de mayor goce. Algunas otras, el cambio para muchas personas, es un modo de vida. La naturaleza es cambiante, todo es cambiante, el mundo esta hecho para cambiar. No podes bañarte en el mismo río dos veces. Es hora de que nos empecemos a amigar con el cambio. Creo que debemos comprender, que el cambio es el curso natural de las cosas. Confiemos en lo que creemos, pero seamos imparciales para juzgar nuestras creencias. Nuestra capacidad para crecer, va a depender siempre de nuestra capacidad para ser flexibles al cambio.
¿Si soy nostálgico? Y obvio, ¿o acaso nací en Tokyo? Soy un fundamentalista de los Beatles y amo los clubes de barrio con estadios chicos ocupando manzanas en plena Capital Federal. Amo mi Renault 19 y espero que mis padres sigan invirtiendo amor y dinero en ese auto.
Pero que se le va a hacer, en cuestiones de sentimiento no hay esfuerzo racional que valga. Algún día Paul McCartney dirá adiós a los recitales y mirará las flores crecer desde abajo; algún jeque árabe comprará el club Argentinos Jrs y traerá a Messi a jugar a la cancha y la mitad del plantel serán jugadores negros estrellas; y mi Renault 19 será vendido al mejor postor. Ahí el tren chocará, y aprenderé a la fuerza, que como dijo Bob Dylan: “The Times They Are a Changin’”…


sábado, 5 de marzo de 2011

Bienvenidos a la era de la comunicación...

Perdí la billetera hace ya exactamente dos semanas. En el momento no me preocupé mucho, me decia a mi mismo que el efectivo que tenía en la billetera y el saldo de mi tarjeta de debito apenas sumaban $40. Me equivoqué de sentimiento, tendría que haber sentido angustia, bronca, impotencia, tendría que haberme dado cuenta que vivo en Argentina y que el tramite para hacer la denuncia por una cédula azul puede demorar hasta una semana, que obtener una reimpresión de la tarjeta del banco Rio puede tomar largos insoportables intentos y minutos con el telefono, que renovar la licencia de conducir tambien implicaba esperar un turno no menor a una semana y que su costo es algo mas elevado a $100. En fin, en su momento, no habia tomado conciencia.
El asunto es que recien hoy fui a la comisaria, y me dije a mi mismo: "¿por qué no primero vas a alguna feria artesanal caminando? Digo... es lindo dia, te gustan los dias de calor, no podes manejar, podes hacer tu cuota de ejercicio físico". Si, la idea me convencia. Ademas en este mundo tan industrializado, tan estandarizado, conseguir un producto en el mercado que no lo tenga todo el mundo, que este hecho por una persona, influenciado con su amor, sentimiento, arte, gusto, y ademas a un precio módico, y no por un niño de 10 años latigado en Bangladesh (bueno, nunca estuve en Bangladesh, pero viste que siempre dicen que Nike y esas grandes corporaciones, tienen sus fabricas en paises tercermundistas y hacen trabajar a su gente en condiciones deplorables, con sueldos miserables) es algo digno de observar.
Haciéndole caso a mi deseo, emprendi mi viaje a la feria artesanal que hay en J.B.Justo y Boyaca, y mientras pensaba, llegue a una hipótesis: nos estamos volviendo individuos cada vez menos sociales. 
El internet es una maravilla, estamos todos conectados, somos todos amigos en facebook, estamos llenos de minitas en la lista de amigos, todos nos decimos feliz cumpleaños, todos comentamos los estados cambiantes de cada uno. Hasta inclusive encontramos grupetes que nos sacan de nuestros cajones del olvido, nuestros viejos intereses y gustos, por ejemplo Alf, entonces encontramos grupos como: "Alf" (asi a secas, con la foto del bicho peludo), " Yo tambien miraba Alf", "Yo siempre quise que Alf se morfara a Suertudo", "Siempre sospeche que Willy Tanner era puto y adicto al crack" (posta eh, aparecieron fotos en los tabloides), etc..  Otra cosa, ¿Para qué ir al bar a decir boludeses entre nosotros? No, ya fue, tenemos que twittear, si, pensa una idea, la primera que te aparezca en la mente y twiteala y la comentados entre todos, eso si, con pocos caracteres... 
Cada vez vamos menos a Fravega o Garbarino, los precios estan superinflados, te cagan con las cuotas, entonces compramos en MercadoLibre. No tenemos tiempo para ir a Coto, nos resultan tediosas las colas, compramos por Coto Digital. Las llamadas por celular son carisimas, pero por otro lado, los sms son pràcticos y relativamente baratos, entonces mensajeamos para hacer saber que estamos en la puerta de la casa, que ya salimos, que hay futbol, que hay reunion, que salimos tarde, que no podemos dormir, nos enojamos, nos reimos, nos ruborizamos, nos ponemos picarones con caritas algebraicas (:O, ;P; :P; :S). ¿Los tramites bancarios fuera de casa? Ya fueron, ahora podes poner wi-fi en tu casa, y podes tener homebanking mientras estas en pantuflas en tu casa y podes conectarte a internet a hacer todo lo que te dije antes mientras comes un choripan en la costanera o mientras comes un churro en la playa y miras algunas curvas pronunciadas... de alguna chica del facebook.
En fin, inscripciones en materias de la universidad, búsqueda laboral, entrevistas, cursos a distancia, infinidades de rutinas diarias y no tan diarias, las podes resolver desde tu casa, qué digo casa, ¡desde tu cama o inodoro!.
En todas estas rutinas, en las cuáles nos ahorramos tiempo y dinero, tambien nos ahorramos de saludar, enojarnos, reir, estrechar una mano, saludar con un beso, hablar de futbol, despotricar contra nuestros gobernantes, hacer algun chiste tonto y otro no tan tonto. Evitamos chocar contra la cara de amargura de alguna cajera del super que esta sentada hace horas bajo la sombra de su supervisor, y tambien de coquetear con alguna promotora que nos ofrezca un quesito Adler en el super; nos privamos de ser convencidos por un buen vendedor, de ser engañados por otro; de acercarnos a mujeres en carne propia, de sentir el perfume de aquélla mientras nos pasa su telefono o nos dice que no se lo acuerda; salvamos nuestra carne al no tener que andar enfrentando por ahi a algun matoncito que nos quiera aventajar en la calle, y la encontramos inútil al tener wi-fi. 
Evidentemente, las circunstancias económicas, tecnológicas y laborales, han marcado la realidad actual. Es decir, vivimos en un mundo nuevo, muy distinto del que teníamos hace un poco más de diez años, y completamente distinto al de nuestros viejos. Se dice que estamos todos conectados ahora, que estamos en la era de la comunicación. ¿Pero de qué tipo de comunicación estamos hablando? De una comunicación casi ajena a los sentidos. Entonces...bienvenidos al mundo rápido, económico y sobretodo antisensorial. 
Mientras pensaba todo esto, llegaba a la feria, y no había ningun puesto que venda billeteras, luego llegaria a casa y mi viejo me diria que Daniel, el artesano del barrio, me iba a traer a casa unos modelos de billeteras que un compañero suyo hacia. Me ahorre de seguir caminando la calle, de recorrer. Solo me queda ir a hacer la denuncia a la policia, para eso no hay amigos que vayan por uno, ni internet que te haga el tramite, y ahora que lo pienso bien, es un alivio...


A la izquierda: Michu Meszaros con su traje de Alf; a la derecha Michu Meszaros sin pelo.
Yo lo prefiero con pelo...